lunes, 5 de octubre de 2009

El camino de Pigmalión

 Aquel que ha escrito sabe, o al menos yo lo se, que en ocasiones una trayectoria dramática se encuentra con un momento de gloria, la historia, aquella sobre la que hemos trabajado entre pequeñas victorias y frustraciones se despierta de improviso con un evento inesperado y nos ofrece en la palma de la mano la oportunidad de transformarla en una obra distintiva.

Si nuestro personaje se comportara de determinada manera, todo tendría otra significación, entonces buscamos en la mochila los atributos necesarios para justificar ese periplo y resulta que no los tenemos, nuestro diseño no consideraba esa posibilidad potencial. ¿Qué es lo que hacemos?

 Por lo general tiramos al personaje a la vera del camino con su mochila y todas sus atributos acumulados y tomamos el nuevo camino, en todo caso iremos corrigiendo esa construcción hacia atrás para adecuarlo a nuestro momento dramático, en muchas ocasiones hay un personaje que expresa una idea y de a poco nos parece adecuado que exprese la contraria.

 El personaje es un instrumento del guión, como tantos otros,  dotarlo de una coherencia a lo largo del relato, (o de una pretensión de verdad) es una obligación que asegurará un mejor contacto con la historia, pero de alguna forma se me ocurre que es necesario abandonar la posición del creador de vida artificial, de un ente autónomo e independiente capaz de forjarse su propio destino.

 Yo prefiero pensar al personaje como un discípulo, alguien que debe ser orientado para su realización personal en ese relato. Fuera de él es su vida no tiene sentido, preparar un personaje para atravesarlo “como una flecha” suele dar origen a relatos previsibles, acompañar una intuición de personaje, trabajar sobre ella, incluso utilizando las herramientas clásicas en caso de ser necesario, es decir, acompañarlo en el desarrollo de la peripecia y dirigirlo hacia donde sus fortalezas y sus debilidades pueden ser atenuadas o profundizadas.

 Yo creo que el personaje se construye con el relato, investigar, observar, copiar actitudes de la vida misma, realizar la biografía, definir sus particularidades, hacer un cuadro de tensiones, enfrentamientos y afinidades, definir sus fobias íntimas  pueden formar parte del proceso, pero si no hay una intuición, es decir un espacio liberado para cambiar el rumbo, el personaje será solo eso, un sólido tren que sabrá detenerse en la estación correspondiente, a  una hora determinada, donde todos los pasajeros lo esperan, siempre, siempre sobre las mismos e insustanciales rieles.

1 comentario:

  1. Oye... me encanta tu página.
    Muchas gracias por tanta dedicación!
    Saludos!

    ResponderEliminar