miércoles, 3 de junio de 2009

Relato Gastón Portas

Un auto viejo viaja por la carretera. Es una noche oscura y cerrada. A lo lejos el conductor ve una explosión y se acerca. Para y desciende. Allí encuentra dos autos: uno incrustado contra un árbol y el otro dado vuelta en llamas. El primer auto se encuentra vacío y con el parabrisas roto, cerca del otro auto, el hombre ve un cuerpo quemado junto al auto incendiado. Al lado de este ve un maletín, se acerca y ve unos billetes sueltos. Lo abre y descubre una gran cantidad de dinero. Mira para todos lados, no hay nadie. El olor a carne quemada y la adrenalina de tener el maletín con tanto dinero hacen que abandone la escena. Sigue su viaje, pero sin dejar de poder pensar en lo ocurrido y en si debía haber pedido ayuda. La noche cada vez le parece mas cerrada, empieza a garuar y una neblina espesa invade la carretera. Al mirar por el espejo retrovisor ve unos faros de auto que se le acercan. Disminuye la velocidad para que lo pase pero, cuando vuelve a mirar, los faros habían desaparecido. Agotado y asustado por sus pensamientos se desvía de la ruta y muerde la banquina, uno de los neumáticos revienta. Continúa unos pocos kilómetros pero el auto se vuelve incontrolable, por lo que decide parar junto al camino. Rápidamente y mirando continuamente por detrás, baja del auto. Se dirige a la parte trasera del coche, abre el baúl, retira un viejo críquet y el nuevo neumático. Comienza a cambiarlo pero entre el barro y el agua, que cada vez cae más fuerte se, le dificulta. Luego de un rato y unos cuantos resbalones logra cambiar la estropeada rueda. Bajo el agua, se queda mirando el horizonte en busca de alguna señal, pero no ve nada mas que oscuridad. Decide tranquilizarse y se convence de que todo fue producto del cansancio y su imaginación. Enciende un cigarrillo, toma el maletín, lo apoya en el capot. El auto se encuentra en marcha y con las luces encendidas. El hombre contempla el dinero: nunca antes había visto tanto junto. Se le dibuja una pequeña sonrisa. Al levantar la vista no puede creer lo que ve, nuevamente los dos faros se le acercan rápidamente. De un salto sube al auto, nervioso, tembloroso, y sin dejar de mirar cómo se acercan las luces pone primera, acelera a fondo y sale arando. Sin calcular que estaba en una curva, choca contra una valla de contención y cae al precipicio. El auto que venia por la carretera se detiene. Bajan corriendo un hombre y una mujer a mirar lo que había pasado. La mujer, histérica, pide auxilio por su celular. El hombre mira a su alrededor tratando de entender lo sucedido. Al mirar las huellas que había dejado el auto en el fango descubre el maletín abierto. Sin pensarlo le arranca el celular de las manos a su mujer y cuelga. Al ver el maletín repleto de billetes la mujer comprende y, sin decir una palabra, ambos suben al automóvil. Se marchan de la escena. A los pocos kilómetros el hombre mira por el espejo retrovisor y un par de luces se encienden y se dirigen a la cámara encandilándolo todo.

1 comentario:

  1. Me parecio un relato ingenioso bien construido y con un condimento interesante (maletín con dinero) que sustenta el eje central de la historia y por otro lado produndiza en el costado oscuro del alma humano.

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